Europa y la identidad nacional portuguesa
- 2011
- 20 páginas
El proyecto de la Unión Europea está atravesado por dos lógicas de identidad en tensión que reflejan maneras distintas de interpretar su lema: “unidad en la diversidad”. Por una parte, está la lógica de la civilización europea, el proyecto progresista de construir una sociedad que se quiere mejor, más libre y más segura; que deje atrás las guerras civiles europeas, desarrollando unos rasgos característicos europeos: el individualismo, la economía de mercado y la democracia. Pero junto a esta visión de una única civilización europea está la visión opuesta de Europa como un mosaico de culturas orgánicas unidas para preservar su diversidad. Aquí la unidad es subsidiaria al fin principal de preservar identidades y culturas heredadas. La lógica de la civilización es la del cambio cultural; la lógica de la cultura, la de la preservación de un legado que se valora de una forma positiva. Ahora bien, ambas de alguna manera se necesitan. La lógica de la civilización precisa de una identidad europea más firme y más densa congruente con su proyecto integrador, algo para lo que el proyecto de una ciudadanía europea parece no bastar. La lógica de la cultura, por su parte, ha de dejar sitio a su pesar al individualismo, al mercado y a la democracia como medios con los que generar los recursos que permitan la protección de la cultura en un mundo globalizado. En mi comunicación quiero mostrar el significado más preciso de estas lógicas en el proyecto europeo y la raíz común que mantienen ambas. Pero además quiero mostrar de qué manera afectan a la identidad nacional portuguesa. Esto es, si la transforman en el sentido de la civilización; o si movilizan la resistencia frente al cambio en el sentido de la protección de la cultura.